NICOLE KRAMM CAIFAL
DOCUMENTALIST/FILMMAKER
En Chile, una ‘zona de sacrificio’ espera un futuro mejor
La ciudad de Huasco ha sufrido a la sombra del mayor complejo termoeléctrico de carbón del país. Mientras se enfrenta a su cierre o reconversión, persisten las dudas sobre el camino a seguir.
n 2019, Chile se puso la meta de cerrar las centrales de carbón antes de 2040 y en los últimos años declaró querer adelantar el plazo a 2030. Hasta ahora, ocho de las 28 plantas han cerrado y otras 12 tienen fecha de cierre antes de 2025. Pero las ocho restantes no tienen fecha fijada, entre ellas Guacolda, el complejo energético a carbón más grande del país.
Guacolda, con cinco centrales a carbón y una capacidad para generar 764 megawatts, se encuentra en Huasco, una ciudad portuaria situada en la costa de la provincia del mismo nombre, al sur de la región de Atacama. En la actualidad habitan cerca de 11 mil personas, que viven principalmente de la pesca y la agricultura.
La ciudad de Huasco alberga un enorme complejo de centrales eléctricas de carbón y una planta de pellets de hierro. Ha llegado a ser considerada una “zona de sacrificio” debido a la contaminación de estas industrias (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)
Debido a los altos niveles de contaminación de estas industrias, Huasco ha llegado a ser considerada una de las “zonas de sacrificio” de Chile, término utilizado para designar las áreas de actividad industrial concentrada, donde los daños medioambientales han tenido consecuencias sanitarias y económicas negativas para los residentes locales.
Pilar Triviño es activista medioambiental, artista visual y miembro de Huasco Sin Relaves, un grupo local que lucha contra el vertido de residuos industriales. Dice que las enfermedades respiratorias son comunes en la ciudad y en las comunidades del valle del río cercano. “El material particulado está por todos lados, ingiriéndose día a día por todos los habitantes”, añade. Un estudio de 2022 reveló que los contaminantes atmosféricos de Huasco, aunque cumplían las normas nacionales chilenas, estaban por encima de los recomendados a nivel internacional por la Organización Mundial de la Salud.
Un pescador, que pidió mantener su anonimato por temor a represalias, dijo a Dialogue Earth que debido a los muchos años de vertido de residuos en las aguas costeras de Huasco, tiene que ir cada vez más lejos para encontrar peces. Afirma que los pescadores reciben ahora ayuda económica de CMP y del operador de Guacolda ―pagos que califica como “reparación”―, pero argumenta que no es suficiente. “Estamos dejando sin nada a las futuras generaciones”, añade.
Los impactos también parecen haberse sentido en la agricultura. Alex Gajardo y Carmen Luisa Castillo son una pareja local que cultiva aceitunas a lo largo del río Huasco, que riega una fértil franja de valle que fluye entre colinas desérticas hasta encontrarse con el mar justo al norte de la ciudad. Dicen que la contaminación atmosférica de las industrias del Huasco ha provocado que los árboles aborten frutos. “Solíamos sacar 10.000 kilos por hectárea”, dice Castillo. “Hoy, con suerte, se están haciendo 3.000”.



